jueves, 31 de mayo de 2007

The wizard of Oz

—Y ahora, ¿cuál es el camino correcto?—se preguntó Dorothy

—¡Aquel me parece un buen camino!—dijo un espantapájaros que cuidaba el maizal, mientras señalaba el camino de la derecha.

—¿Quién habló?

—Aunque este otro también me parece bien—volvió a hablar el espantapájaros, señalando ahora el camino de la izquierda.

—¿Hablaste tú?—preguntó Dorothy y el espantapájaros movió la cabeza afirmativamente.

—Dime, ¿cuál es el camino? ¿No puedes decidirte?

—No. No tengo cerebro

—Y entonces, ¿cómo puedes hablar?

—No sé. Pero mucha gente sin cerebro habla mucho ¿cierto?

—Tienes razón.
Pronto la conversación se centró en las ventajas de tener un cerebro. Los argumentos del espantapájaros eran más que convincentes. Si tuviera un cerebro podría saber qué horas son, confirmarlo con las flores, conversar con la lluvia y consultar con el viento. Resolvería los acertijos de los viajeros y pensaría en muchas cosas que nunca antes había pensado. Y, al terminar, pensaría en mil cosas más.

—Si tan solo tuviera un cerebro...

Dorothy le explicó que ella iba en busca de un mago y quizás el podría darle un cerebro.

—¿Tú crees?

—No sé, —contestó la niña—. Pero si no te lo da, no estarías peor de lo que estás ahora.

—Ahora eres tú la que tienes razón.
Escogieron un camino y pronto penetraron en un bosque de manzanos. Allí encontraron a un hombre de hojalata. Oxidado y rígido como una estatua, era muy extraño que no tuviera vida, considerando que en este país todo hablaba o se movía. Una voz apagada y angustiosa surgió de sus labios.

—mmnzzeite...

—¿Qué dijo?

—¿Aceite?

Por fortuna, a pocos centímetros del hombre de hojalata había una aceitera, así que fue fácil eliminar el óxido y permitirle al pobre hombre metálico moverse y hablar.

—Acéitame la boca, los brazos. ¡Ah, qué alegría!

Dorothy y su amigo de paja pronto dejaron al hombre como nuevo pero, sin embargo, éste no parecía del todo contento de verse liberado del herrumbre. ¿Qué carencia entristecía al hombre de hojalata?

—Golpea mi pecho—dijo a Dorothy y ésta obedeció.

—¿Qué oyes?

—Nada

—Exactamente. Está vacío. El hojalatero no me puso corazón.

El hombre de hojalata añoraba tener un corazón pues sería la única forma de ser más humano, de ser más gentil, de ser más amable y sentimental. Se emocionaría con los cantos de los pájaros, y escribiría canciones y poemas de amor y lloraría de emoción hasta oxidarse otra vez. No les costó mucho caer en cuenta que la solución podría estar al final del camino de ladrillos amarillos. ¡Por supuesto! El Mago de Oz también podría darle un corazón a este pobre y sentimental hombre de hojalata.

—Es algo que desearía con todo mi corazón... si tuviera uno.

Así que ahora serían tres los del grupo que buscaría al maravilloso Mago de Oz. Nada los detendría en su empeño, a menos que la Bruja Mala del Oeste se atravesara en su camino. Y esto fue justamente lo que sucedió. Con grandes bolas de fuego atacó al indefenso espantapájaros, pero su puntería no era tan buena, tal vez debido a la enorme verruga de la nariz, o quizás solo se trataba de una advertencia.

—¡La próxima vez no tendréis tanta suerte! —exclamó con una carcajada espeluznante, como queriendo ocultar su incompetencia. Ya no estaban tan seguros y tranquilos, pero continuaron su camino, para quedar paralizados con un rugido espantoso.

—¡¡Grrrrrrrr!!

No supieron de donde salió, pero ahí estaba frente a ellos. Era un león inmenso y aterrador. Toto, que hasta ahora había participado poco en todo el cuento no dudó en ladrar y lanzarse contra el león sin importarle que fuera cinco veces más grande que él. Y, para asombro de todos, el feroz felino, en vez de tragarse de un solo bocado al perro, brincó asustado y se puso a llorar como un niño.

—Yo no quería hacerles daño, Buuuuu.— exclamó secándose las lágrimas con su cola.

Resultó, entonces que el supuesto rey de la selva era más cobarde y asustadizo que un cordero. Les contó como su propia sombra lo asustaba y en las noches no podía dormir atemorizado.

—¿Por qué no cuentas ovejas— le sugirió Dorothy

—No. Hasta de ellas tengo miedo. Mi vida es insoportable.

Inmediatamente lo invitaron a unirse al grupo. El magnifico y maravilloso Mago de Oz les daría a todos lo que querían.

—Yo seré fiero como un dragón

—Yo seré gentil como la brisa

—Yo seré listo como un genio




" Personas débiles en busca de su coraje, insensibles en busca de un corazón e idiotas en busca de la razón.. Al fin y al cabo, a veces los cuentos no son tan cuentos …
¿ no ? "


2 comentarios:

Anónimo dijo...

oooooooooooohhhh!!!
tienes el avatar de mi amiga meriprincesita :)

Buena eleccion :)

Anónimo dijo...

Buenas amooor! a lo mejro no te acuerdas de mi, soy al chica de porcelain dreams, y la de hierba fresca, me volví a mudar. A lo mejor tampoco lees este comentario por que te lo dejé en una entrada bastante alejada, pero es que dios! amo es te cuento, me lo leia mi madre cuando era pequeña... Siempre me gustó eso de el camino de las baldosas amariyas, y eso de matar a una bruja y quedarte con tus zapatos... y me pregunta... y si olian mal los zapatos? Dorothy se hubiese jodido y se los hubiese puesto? xD
bueno, dejo de molestarte, besitos y muchisima suerte sobretodo ahora que estamos en examenes t____t